RECUERDOS DE AYER. Por Eugenio Espinosa Martínez

Me pide el amigo Salus, actual Director del Instituto de Enseñanza Secundaria de Benalup-Casas Viejas, que escriba algo para la exposición que se va a celebrar en dicho centro sobre la EDUCACIÓN PÚBLICA EN NUESTRO PUEBLO DE LOS AÑOS CINCUENTA y lo hago encantado pero lamentando tener que reducir a unos pocos folios tantas experiencias, anécdotas y diversas circunstancias vividas por aquellos ya lejanos años, y más intentando ser breve.

Aunque gaditano de nacimiento, por avatares de la vida, mi niñez, juventud y muchos años de mi vida profesional como docente los viví en esta querida tierra. Fui maestro pilongo porque ejercí mi actividad como Maestro en la misma escuela a la que asistí de niño, como sucede a los sacerdotes que son párrocos en la misma iglesia en la que fueron bautizados.

Allá, por Septiembre de 1958, en unión de mi gran amigo y compañero inseparable ANGEL GUILLÉN BENITEZ, arribamos a este pueblo por el Concurso General de Traslados cuando aprobamos  las Oposiciones a ingreso en el Magisterio Nacional. Benalup solo contaba entonces con cuatro escuelas, dos de niños y dos de niñas para una población de unos tres mil habitantes, antes de producirse la emigración masiva por motivos laborales a tierras levantinas y al extranjero.

 Tomamos posesión en el Ayuntamiento de Medina Sidonia pues aquí no había Ayuntamiento y para todos los trámites oficiales había que desplazarse a dicha localidad; aquí solo había una oficina para la recaudación de impuestos y un alcalde de barrio sin atribuciones algunas.

Ángel fue destinado a la Escuela Nacional Unitaria de Niños Nº 2 ubicada en la Plaza del Socorro donde vive hoy la familia de Nicolás Vela Barca (q.e.p.d.) y yo a la Unitaria de Niños Nº 1 situada donde hoy está la Caja de Ahorros San Fernando de Jerez-Sevilla en la calle San Juan. Las Maestras eran Dña. Mercedes Pérez-Blanco Jordán y Dña. Lucía Romero Armas destinadas en las Escuelas de Niñas del Chorro Grande y la que estaba en el antiguo edificio del Ayuntamiento respectivamente.

Las matrículas eran numerosas por razones obvias, aunque en determinadas épocas del año coincidentes con las labores agrícolas disminuía la asistencia porque los niños y niñas mayores iban a trabajar en el campo con sus padres para incrementar el salario que entraba en la casa de por sí muy precario y no siempre fijo.

Ángel y yo nos dedicábamos a la enseñanza durante catorce horas al día porque, además de las horas lectivas normales en las correspondiente escuelas, teníamos alumnos de Bachillerato Elemental (4 cursos), que después se transformaría en el Bachillerato Radiofónico, alumnos que estudiaban Magisterio por libre, las Permanencias, y, por último, las clases de Adultos a partir de las ocho de la noche; en una palabra: una jornada que comenzaba a las 8 de la mañana y terminaba a las 10 de la noche con el tiempo para comer; algo que solo con nuestra juventud y entusiasmo podíamos llevar a cabo. El se dedicaba a la parte de Letras y yo a la de Ciencias, siendo total nuestra compenetración y ayuda mutuas.

Con la construcción  de las Escuelas en la Barriada de Corea pasaron allí la Escuela de Niños de Ángel y la del Ayuntamiento, permaneciendo la del Chorro y la mía en la misma ubicación; posteriormente se edificaron otras dos más y se dedicaron a la Campaña de Adultos aumentado también el número de Maestros. En el año 1968 nos destinaron a Cádiz por el Concurso de Traslados.

El material  que cada alumno llevaba a la escuela en un bolso de tela confeccionado en casa por la familia era el siguiente: una pizarra con su correspondiente pizarrín, un cuaderno de una raya, un lápiz, un cuaderno de caligrafía, una caja de lápices de colores “Alpino” cuando nos la traían los Reyes, el Catecismo, la tabla de multiplicar y la Enciclopedia, el que la podía comprar. Los libros de lectura eran comunes para todos y se compraban con cargo al exiguo presupuesto que para material nos daba el Ministerio. ¡Ah! la tinta se hacía en la escuela y se usaban las plumillas de “Corona”, como algunos recordarán. Pobre bagaje para tan compleja y delicada empresa.

Todos los alumnos y también el Maestro usaban el clásico baby de crudillo como se puede comprobar en algunas fotos.

Entonces en el pueblo solo podían estudiar los más pudientes y en Colegios internos, los que teníamos familiares en la capital o los que ingresaban en el Seminario, aunque muchos no terminaban de ser sacerdotes; la mayoría no terminaba el periodo de enseñanza obligatoria porque se incorporaban muy pronto al mundo del trabajo.

Los edificios escolares eran casas adaptadas a escuelas y no había instalaciones deportivas de ningún tipo, que hoy proliferan por Benalup tanto en los colegios y en el Instituto, en las pistas, en el pabellón deportivo y en el Campo Municipal de Deportes.

 

Por todo lo expuesto alabo la iniciativa del I.E.S. de Benalup de montar esta exposición porque con ella dará a conocer las carencias que encontrábamos para realizar nuestra labor y las deficiencias que padecíamos en aquellos años en nuestras escuelas. Hoy todo es distinto afortunadamente y ello elevará a los alumnos a apreciar lo que tienen y a estimular su trabajo en el Centro, ya que cuentan con todo lo necesario para cursar dignamente los distintos niveles educativos y sin tener que abandonar su casa hasta que tengan que ir a la Universidad o a Escuelas Superiores.

 

Estos extremos los pueden confirmar los padres de los actuales alumnos del Centro que fueron alumnos nuestros en su mayoría y las fotos y el material escolar de aquellos tiempos que han logrado reunir.

Antes de terminar estas líneas quiero dedicar un emocionado recuerdo a Ángel, que ya no está entre nosotros, pero que junto a mí vivió estos años penosos pero que con nuestras limitaciones y con entusiasmo pusimos nuestro granito de arena en la educación y en la cultura de nuestro pueblo que hoy vive y camina libre por los senderos de prosperidad y desarrollo en todos los aspectos.

Cordialmente Fdo: Eugenio ESPINOSA MARTINEZ

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